La hora de la justicia

Por José Manuel Acevedo

Varias señales de querer hacer las cosas bien, ha enviado la justicia colombiana en los últimos meses. Cuando han tenido que reivindicar su independencia y autonomía frente al Ejecutivo y al Legislativo, lo han hecho. Cuando han tenido que fallar en contra de personajes poderosos, han procedido, como en el caso del Consejo de Estado frente a importantes congresistas o la Corte Suprema de Justicia también frente a legisladores de todos los costados.

Si le tienen que sacar tarjeta roja al gobierno con algunas de sus iniciativas, no les ha temblado el pulso y, por los lados de la Corte Constitucional, a propósito de la suspensión provisional de leyes que lesionen el orden democrático, ya quedó lista la sentencia que desarrolla ese mandato y en cuestión de semanas -igualmente con la misma independencia- el alto tribunal constitucional decidirá sobre los decretos de emergencia económica para La Guajira.

Mejor dicho, justicia sí hay en Colombia y los magistrados tienen las togas bien puestas, esta vez, para trazar los linderos que, en derecho, consideren. Sin embargo, de todos los casos que hemos señalado, el del hijo del presidente, Nicolás Petro, se convierte en el más delicado y, al tiempo, en una tremenda prueba de fuego de la que la justicia tendrá que salir victoriosa.

Al momento de escribir esta columna, la audiencia de legalización de la captura del joven Petro se encuentra suspendida, y más allá del resultado de la misma, lo que uno esperaría es que la Fiscalía exhiba a fondo su material probatorio y que el juez correspondiente decida, con el código de procedimiento penal por delante, si la detención preventiva se justificaba o no. También es deseable que, cualquiera sea la determinación, el proceso siga con todas las garantías procesales para él y su expareja y que la administración de justicia prevalezca en todas las etapas sin que medien criterios políticos en la discusión.

Al Presidente Petro le tocaba manifestarse en ese sentido pues es su obligación, pero que lo hubiera hecho rápidamente y sin dudarlo fue muy importante y cabe resaltarlo pues lo aleja de una tentación autocrática que ni él ni el país se pueden dar el lujo de tener. En este episodio, doloroso en lo personal, indigno en el plano internacional y con consecuencias para el gobierno en el plano local, la que tiene que hablar con contundencia es la justicia; ¡es su hora! y el país tendrá que acompañar y respetar su actuación.

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