¿Un contrato de adhesión?

Por José Manuel Acevedo

Llevamos más de un año oyendo la misma historia: hay que trabajar por construir un acuerdo nacional. Lo dijo el día de su posesión, lo repitió el 20 de julio, insistió en ello en su discurso en el puente de Boyacá, el 7 de agosto, al cumplir sus primeros 365 días de mandato y, en algunas entrevistas y trinos, lo saca a relucir cuando puede. Y, sin embargo, pasa el tiempo y nadie tiene claro cómo sería el tal acuerdo nacional porque nadie en el gobierno, comenzando por el propio presidente Petro, se ha encargado de llenarlo de contenido y de darle alcance de verdad.

El expresidente Iván Duque se cuestionó hace poco -con razón- si, en realidad, lo que quiere el gobierno es un contrato de adhesión en donde los sectores que piensan distinto al primer mandatario deban arrodillarse y simplemente claudicar en favor del modelo de país en el que cree el petrismo. De ese lado, precisamente el presidente Petro, ha dicho, con enorme desconfianza, que él tampoco va a renunciar a sus postulados y que el establecimiento puede olvidarse de que él se va a plegar al modelo capitalista neoliberal que ha imperado por años.

En medio del tira y afloje, los ciudadanos comienzan a impacientarse. Ven en el gobierno una esperanza fallida; un sueño irrealizable y, en algunos casos, un “más de lo mismo” pero con diferente disfraz. La oposición, por su parte, no cuenta con una cara todavía visible que canalice ese descontento y aunque en las elecciones regionales el Pacto Histórico recibió un duro golpe, los opositores no están tan cohesionados como para reclamar un triunfo uniforme.

En ausencia de ese liderazgo presidencial, el espacio de un verdadero acuerdo nacional sigue esperando a ver si alguien se decide a establecer las bases ciertas de lo que puede ser ese encuentro de puntos en común que permita caminar hacia adelante en medio de las diferencias. Quien sea capaz de establecer los parámetros para que eso ocurra podrá ganarse el respeto de muchos sectores y perfilarse como una opción alternativa para el 2026. La izquierda más moderada pudiera hacerlo pero, como están las cosas, es más probable que la derecha tome la ventaja y desde el poder regional plantee las bases del dichoso acuerdo. Como sea, este gobierno no está en capacidad de hacer firmar a nadie un contrato de adhesión y, en cambio, parece estar delante de una oportunidad perdida.

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