La hoja de ruta de la innovación en salud latinoamericana

Por: Hugo Arévalo Dillon – Enviado Especial

Ciudad de México, 9 de septiembre de 2025.- El futuro de la innovación en salud fue objeto de evaluación por parte de un nutrido grupo de investigadores pertenecientes al Atlantic Council, el Colegio de México, la Escuela de Gobierno de Monterrey y entidades privadas como Life Sciences y Roche para evaluar hacia dónde se dirige el sector salud latinoamericano  de cara a las próximas tres décadas y enmarcadas dentro de los riesgos de la región relacionados con el envejecimiento de la población  y las consecuencias de las enfermedades crónicas no transmisibles.

Cuatro días de discusiones permitieron realizar una radiografía de la región y evaluando lo que le espera a más de 300 habitantes de centro y Suramérica en las siguientes décadas. De acuerdo con lo expuesto por los investigadores se generaron alarmas relacionadas con los desafíos y rupturas de paradigmas para que el sector avance de manera adecuada en los próximos años. Los dos mayores paradigmas que se deben derribar están relacionados con la visión de que la salud es un gasto desconociendo los retornos económicos que esta tiene al generar medidas estratégicas de prevención y la mayor inversión de recursos para innovación.

Rolf Hoenger, CEO de una de las multinacionales farmacéuticas más representativas de Suiza, destacó la salud como una “inversión estratégica para el crecimiento económico y la soberanía sanitaria porque es necesario no solo la colaboración intersectorial sino de los sistemas de salud hacia modelos más eficientes y humanos”.

No existe una dicotomía entre salud y economía simplemente porque una no puede vivir sin la otra: Una población sin salud no impulsa el desarrollo económico y sin recursos económicos tampoco puede haber salud. El 48 por ciento del gasto en salud en la región latinoamericana es de carácter privado y – de esa cifra- el 70 por ciento hace referencia al gasto de bolsillo, es decir, lo que cada persona debe sacar de sus ingresos para poder acceder al servicio de salud, a medicamentos y tratamientos médicos.

Sin embargo, la situación muestra que el gasto de bolsillo en México, Guatemala y Honduras está por encima del 20 por ciento que la OCDE estima que debería ser a nivel global. Este gasto es absolutamente gravoso para nuestras sociedades y afecta de manera directa a las poblaciones más vulnerables de nuestros países. Ya se cumplen cuarenta años de olas reformistas en Latinoamérica y es necesario pensar en nuevas opciones para impulsar la inversión del sector salud en nuestros países tal cual lo ha manifestado la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Organización Panamericana de la Salud (OPS); la OCDE y el propio Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 

Jason Marczak, vicepresidente y director senior del Atlantic Council, resaltó la importancia de considerar la inversión en salud como una estrategia financiera que asegura y garantiza el futuro del sector.  Instó a que México se convierta en un ejemplo de inversión, así como lo sucedido con la ley Ricarte Soto en Chile para mejorar el acceso y la eficiencia en el financiamiento de la salud.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) -que también estuvo presente- considera que existen grandes oportunidades de mejorar y el tema de invertir en salud promoverá mejores diálogos para expandir la cobertura, para estandarizar la narrativa de las conversaciones con los ministros de hacienda para hacer frente a la baja inversión. “Existen actualmente grandes demandas sociales y un escenario complejo, pero se requieren reformas tributarias que impliquen flujo de mayores recursos al sector, aunque vale la pena anotar que la economía política es más complicada en América Latina”, expresó José Manuel Salazar, secretario ejecutivo de la CEPAL.

Salazar insistió en la necesidad de recolectar ingresos tributarios para enfrentar la baja capacidad de crecer de la mayoría de los países y afrontar con mayores herramientas la importante evasión que se observa en la región. “Nos encontramos en un momento especial donde los gobiernos y el multilateralismo deben apalancar la inversión en salud a pesar de estar conviviendo con dicotomías públicas y privadas. La conversación no puede ser fragmentada”, recomendó.

La radiografía actual

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud desde 2020 hasta 2050 el 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Latam estará regido por las enfermedades crónicas. Esto significa que alrededor de U$ 7,3 billones de dólares se perderán en este período como consecuencia de las enfermedades crónicas desatendidas con su correspondiente consecuencia directa de la pérdida de productividad de la región.

Es claro que la expectativa de vida -en las últimas seis décadas- aumentó 19 años, pero el envejecimiento ya está tocando las puertas de las 35 naciones que componen la región y es una alerta que no hay que dejar pasar. Claramente estamos viviendo más tiempo, pero con una calidad de vida menor.

Latinoamérica vive en la actualidad un triple reto relacionado con la transición demográfica; la reducción de nacimientos en los últimos 5 años y un crecimiento del déficit fiscal de varias naciones que componen la región. 150 millones de latinos no tienen acceso a la salud y, de acuerdo con la CEPAL, 300 millones de personas que habitan en Latinoamérica no tienen sus necesidades básicas satisfechas.

Los investigadores coincidieron que la salud tiene que ser vista urgentemente como una inversión que transforme el presente y asegure el futuro del sector en la región. Pero ¿en cuánto se podría calcular el gasto de no innovar en salud? La experta Melissa Delgado indicó que ronda los U$34.900 millones de dólares en el período de 2024 a 2027. Ella consideró que la salud puede verse como un motor que impulsa el desarrollo de las regiones, sin embargo, considera que actualmente la ecuación del gasto de bolsillo no funciona porque 1 de cada 3 dólares sale del bolsillo de las personas.

Hay datos esperanzadores que alivianan la radiografía actual de la región y están relacionados con que el 35 por ciento del aumento de la esperanza de vida se atribuye a la innovación farmacéutica entre 1990 y 2015, señaló. Y también expresó que un tercio del crecimiento económico en los países desarrollados -durante el último siglo- se atribuye directamente a inversiones en salud. Esa innovación pegará directamente a que la longevidad se atraviese con una mejor calidad de vida; impacte la productividad laboral; promueva la vinculación social y lleve a la prosperidad económica de nuestros países.

En varios escenarios latinos se ha escuchado una frase que debe poner un alto en el camino a los diferentes gobiernos del hemisferio. “A serious mistake for the emerging economies isnt invest in health” que traducido indica que el mayor error de las economías emergentes es no invertir en saludy estamos en alto riesgo de perder todas las inversiones que se han hecho en el pasado si no se promueven estrategias que avancen hacia la innovación.

Sin embargo, se debe desmitificar que la innovación es sinónimo de lujo o de gasto. Otro craso error que sucede en Colombia -por ejemplo- es que pareciera que el problema del sistema actual lo basan en la sostenibilidad y las soluciones van más allá, incluso en la innovación. Los grandes gurús de las teorías del dowsizing tienen razón al considerar que las empresas de hoy deben enfocar sus esfuerzos en tres aspectos fundamentales: Think in business; think in innovation y think in impact. Sin embargo, el problema de las ideologías que quieren involucrarse en el sector -sin evidencia argumentativa alguna- pone en riesgo la salud de todos y el acceso a nuevas tecnologías en salud en beneficio de la población.

¿Qué se requiere?

Ante más de 90 periodistas latinoamericanos se escucharon voces que la transformación en la inversión en salud es necesaria para encontrar sistemas de salud más eficientes y humanos. El intercambio de aprendizajes con sectores público-privados alimentará las salidas necesarias para promover la innovación del sector a través del conocimiento y la tecnología. Transformar el sector permitirá convertirlo en un pilar de productividad y de crecimiento económico.

Ya resuelto el qué se deben buscar rutas que impulsen el cómo hacerlo para alcanzar resultados concretos y eficiencia en América Latina. Algunos expertos hablaron de generar fondos específicos; de crear cuentas de alto costo; de impulsar pagos por desempeño y de disminuir el gasto de bolsillo.

Otros manifestaron la necesidad de evolucionar el pensamiento del sector público para dar a entender que la salud redescubre el financiamiento y de salir de la óptica de cómo administramos el gasto. La innovación es posible si se mejoran las métricas de resultados, si se mejoran las prácticas de gobernanza de la región y si se redefine el rol de los gobiernos hacia un sector que ha estado relegado en el mundo financiero y que le llegó la hora de hacerse sentir para avanzar en la ganancia de espacio de nuestras sociedades para beneficio de todas las comunidades latinoamericanas.

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