El Huila: Tres años huérfano en el Senado y la urgencia de un líder que no sea de mentiras

Por: Luis Ernesto Salas Monje

Tres años. Tres largos años. Ese es el tiempo que el Huila ha estado oficialmente huérfano en el Senado. Sí, huérfano. Y no porque nos falten votos, sino porque nos sobran políticos que brillan por su ausencia. Si no fuera por un golpe de suerte que nos regaló una senadora, estaríamos hablando de una orfandad completa. Pero no nos emocionemos, porque tener un solo senador no es precisamente un triunfo. Es más bien un consuelo de tonto.

Hagamos un ejercicio de memoria, querido lector. ¿Recuerda el nombre de alguno de nuestros actuales representantes a la Cámara por el Huila? No, no vale buscar en Google. Si tardó más de un minuto en responder, no se preocupe: no es su culpa. Es el resultado de elegir a políticos que solo existen en épocas de campaña y luego se esfuman como fantasmas.

Hemos sido testigos de discursos grandilocuentes que harían parecer modesto a un poeta romántico, promesas que ni en los cuentos de hadas se atreverían a plantear, y una desconexión tan grande con la realidad que da vergüenza ajena. ¿Hospitales en crisis? Ahí siguen, como monumentos al abandono. ¿Vías en mal estado? Bueno, al menos los huecos le dan un toque “auténtico” a nuestras carreteras. ¿Inversión en educación? Más fácil encontrar un unicornio en el Parque Santander de Neiva.

Y mientras tanto, nuestros tristes representantes a la Cámara parecen más interesados en la próxima campaña que en el bienestar del departamento. Eso sí, cuando llegan las elecciones, se transforman en expertos en el arte de la cercanía: abrazan niños, sonríen a las cámaras, prometen el oro y el moro, y se toman fotos con los abuelitos en los mercados campesinos. Pero después, como por arte de magia, desaparecen.

En este panorama desolador, es urgente que el Huila recupere un liderazgo fuerte. No podemos seguir siendo espectadores de nuestra propia decadencia política. Necesitamos un senador con peso, con experiencia, con la capacidad de plantarse en el Congreso y decir: “Aquí estoy, y aquí está el Huila”.

Y aquí es donde entra un viejo conocido: Hernán Andrade.

Sí, así como lo lee. Andrade, con su trayectoria, su experiencia y su conocimiento del juego político, es el tipo de figura que el Huila necesita para no seguir navegando sin rumbo en este mar de mediocridad. No estamos hablando de un improvisado, ni de alguien que aterrizó en la política por casualidad. Andrade ha estado en las grandes ligas y sabe cómo se juega este partido.

El Huila no puede seguir apostándole a candidatos que parecen sacados de un casting de “políticos genéricos”. Necesitamos a alguien que sepa moverse en los círculos de poder, que tenga la capacidad de gestionar recursos, de posicionar al departamento en el mapa político nacional y, sobre todo, que no sea un desconocido que aparezca cada cuatro años a pedir votos y luego desaparezca como un mago de feria.

Andrade, a diferencia de los actuales fantasmas del Congreso, ha demostrado que tiene las herramientas para representar al Huila con firmeza. No se trata de simpatías personales ni de afinidades políticas, se trata de una necesidad urgente: el Huila no puede seguir siendo el departamento invisible en el Senado.

Si algo nos ha enseñado la historia reciente es que votar por candidatos intrascendentes nos deja exactamente como estamos: olvidados, ignorados y sin representación. No podemos seguir cometiendo el mismo error. Es momento de que el Huila recupere su voz en el Congreso, y para eso necesitamos políticos con peso, no figurines de cartón que solo aparecen en campaña.

Hernán Andrade representa esa oportunidad. Una oportunidad para que el Huila deje de ser un simple espectador en la política nacional y recupere su lugar como un departamento con representación fuerte.

Así que, la próxima vez que le prometan el cielo y la tierra, piense en lo que hemos ganado (o mejor dicho, en lo que hemos perdido) con los actuales congresistas. Es hora de cambiar la historia y elegir con la cabeza, no con el corazón ni con las promesas vacías de siempre.

El Huila merece más. Y es momento de exigirlo.

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